Todos los días el legüino de la Emergencia debe vivir encerrado, porque existen diferentes bandas que por una pelea que nadie entiende, disparan en plena calle, sin importar si hay niños jugando o gente conversando. La policía no tiene mucho que aportar, su protocolo va desde asomar su patrulla por la calle donde está en conflicto, hasta lanzar una lacrimógena y ahogarnos a todos. No existe una buena investigación para desarticular las bandas, a pesar de la gente le ha dicho a la PDI quienes son, con nombre y apellido.
Para entrar a la pobla, cada día debemos llamar a un familiar o vecino, para preguntar si se puede pasar por esta calle para llegar a casa y si hay disparos, debemos quedarnos en la esquina a esperar a que la única patrulla aparezca. Más encima, cuando aparece hay que apurarse, porque se van en pocos minutos. O si se les ocurre quedarse de punto fijo en la esquina, la pelea se mueve a la otra calle del conflicto.
Yo toda mi vida he vivido en La Legua Emergencia y he tenido que vivir encerrado, sin tener sociabilidad. La única educación que recibí de mis padres fue asistir a la iglesia, para utilizar a la religión como una vía de separación con el mundo delincuencial, y funcionó. En la iglesia aprendí a hablar bien y a a saber que tenía que educarme para tratar de salir de esta población, también me ayudaron amigos de diferentes trabajos, que fueron ayuda psicológica con algunos consejos muy buenos.
He tenido que vivir encerrado en una casa con 3 metros de ancho, con una pieza compartida con mis padres, sin ventanas, con peligro de incendio por la precariedad eléctrica, sin calefacción, sin un lugar cerca para recrearnos y con un cáncer silencioso por tener un techo de Asbesto.
En dictadura, en La Legua eran pocos los establecimientos estudiantiles. No existía un colegio cerca en el cual enseñaran a los niños con una buena educación. Solo eran unos colegios con pocos recursos y baja calidad.
La mayoría de los adultos no sobrepasan el 8º básico, ¿Que esperar de sus hijos, si ni siquiera los padres tienen la habilidad de enseñarles que deben estudiar para salir de estas condiciones? Ahí viene el mayor problema, la educación en Chile es clasista, porque enseñan a los pobres a ser más pobres y los ricos a ser más ricos. Los políticos se siguen llenando los bolsillos, mientras que nosotros debemos debemos aguantar toda la violencia que existen Chile.
Hemos tenido cientos de propuestas para que La Legua cambie, miles de millones en recursos, pero donde hay plata, hay corrupción. Políticos, administradores y quizás quién más, se llenaron sus bolsillos con los recursos que la intervención traía. El alcalde aprovecha los recursos para arreglar las calles de toda la comuna, o para hacer sus megas eventos culturales en el parque La Castrina, a más de 2 kilómetros de distancia del problema. Las pocas organizaciones que trabajan en La Legua se pelean entre ellas mientras que los clubes deportivos luchan por seguir en funcionamiento.
Pero a pesar de todos los problemas, la gente no pierde la fe. En las fiestas seguimos bailando y compartiendo. Cuando alguien necesita algo, ahí está el vecino que te ayuda y obvio, se devuelve la mano. Los almacenes de la pobla te fían cuando hay necesidad. La música suena en todas las calles y los niños juegan en ellas cuando hay oportunidad. Ahora un colegio cerca mejoró un poco la calidad de educación y la mitad de los jóvenes egresados sacan sus estudios y siguen estudiando.
Solo falta la ayuda a aquellas familias que deben aprovechar la droga para el sustento y junto con ello, se debe mejorar las casas y las calles, además de toda la lucha que en general el país demanda.
Sergio Espinoza
Alumno Audiovisual e integrante del Canal de la Legua
Fuente: BioBioChile.cl
