Por Catalina Anguita, Gerente de Portafolio de Aster
En Chile, la conversación sobre equidad de género en el mundo laboral ya no es una tendencia: es una urgencia. Y esto se hace especialmente evidente en industrias históricamente masculinas como la minería, donde la participación femenina, si bien ha crecido, aún enfrenta barreras profundas. Según datos del Consejo Minero, en 2024 las mujeres representaban solo el 18,6 % de la dotación total en minería, cifra que aumenta lentamente y se concentra principalmente en áreas de apoyo más que en puestos de liderazgo o toma de decisiones.
Si llevamos este análisis al ecosistema de startups, el panorama tampoco es alentador. De acuerdo con un estudio de Endeavor y Mastercard, las empresas lideradas por mujeres en América Latina reciben menos del 10 % del capital de riesgo disponible, y muchas veces deben superar redes de contacto más cerradas y sesgos inconscientes que frenan su crecimiento.
En Aster hemos decidido transformar estos desafíos en oportunidades reales. Hoy, el 26 % de nuestro portafolio está liderado por mujeres y contamos con mentoras de BHP y referentes de la industria regional que acompañan a nuestras emprendedoras en su escalamiento. Además, impulsamos el Reconocimiento Kelu, que entrega USD 5.000 adicionales de inversión a proyectos liderados por mujeres, incentivando el talento femenino en innovación.
No se trata solo de cifras. Hemos visto cómo las mujeres imprimen a sus startups una visión más estratégica, colaborativa y con foco en la sostenibilidad. En la minería, esto se traduce en proyectos que priorizan la eficiencia energética, la economía circular y la responsabilidad social, aportando soluciones creativas y viables a desafíos ambientales que impactan a comunidades y territorios. Ejemplos de esto son empresas de nuestro portafolio como Bruna, Emma Energy o Acquora, lideradas por mujeres que han brillado en nuestros “Aster Demo” y han captado el interés de grandes actores de la industria.
Pero para que esta transformación sea real, necesitamos más que casos de éxito aislados: hacen falta fondos de inversión y políticas públicas que reconozcan el potencial de las mujeres en sectores estratégicos. En Aster, hemos diseñado un modelo que no solo acelera startups, sino que integra a mujeres en directorios, comités de inversión y redes de emprendimiento, abriendo oportunidades que tradicionalmente les han sido esquivas.
El cambio cultural que buscamos es claro: que la diversidad deje de ser una cuota para convertirse en el motor principal de la innovación y el crecimiento. En un país donde la minería seguirá siendo clave para el desarrollo, no podemos darnos el lujo de prescindir de la mitad del talento disponible.