Ya hubo llamado de apoyo entre el argentino y el candidato republicano, y ambos se esperanzan en una unión Argentina-Chile. Los cruces con Gabriel Boric y, recientemente, con Jeannette Jara dejaron claro por quién Milei toma partido en el balotaje.
La expectativa de la derecha por traducir respaldos en votos unificados para José Antonio Kast entusiasmó en la región, especialmente a Argentina, donde Javier Milei ya supo coquetear, aunque sin excesivos elogios, con el candidato del Partido Republicano que quiere ganarle el round final a Jeannette Jara y así cerrar el ciclo de la izquierda en La Moneda.
Desde la red social X, Kast confirmó el pasado martes que habló por teléfono con Milei: “Coincidimos en las enormes oportunidades que tiene América Latina y la relación entre Chile y Argentina hacia un futuro con más libertad, seguridad y progreso económico”.
Fiel a su estilo, el dirigente libertario reformuló su emblemática frase e hizo una proclamación de unión ideológica entre Argentina y Chile: “¡LA LIBERTAD DE AMÉRICA AVANZA!”.
Previamente, el ministro de Economía argentino, Luis Caputo, había dicho en las redes: “A empujar con todo en el balotaje para que Chile vuelva a ser un faro de libertad en la región”.
Kast mantiene una relación fluida con Milei desde 2022: ambos compartieron escenarios como la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) en San Pablo, se celebraron públicamente triunfos y, en 2023, Milei saludó al Partido Republicano por su victoria constitucional hablando de un “cambio de época”. El chileno también estuvo en la asunción presidencial del 10 de diciembre de 2023 en Buenos Aires.
Dos años después, el republicano navega la histórica campaña hacia el 14 de diciembre con un pie en la derecha global que lo inspira, donde confluyen Milei, Donald Trump (Estados Unidos), Nayib Bukele (El Salvador) o Giorgia Meloni (Italia), y otro en la tradición política chilena que lo moldeó tanto a él como a su familia.
Se trata de un equilibrio que hoy también se vuelve una frontera: lo acerca a figuras que extremaron a las derechas tradicionales de sus países, pero que, a la vez, lo deja expuesto a comparaciones incómodas y a un electorado que se guía por alternativas 100% rupturistas. Kast carece de la chispa libertaria y la chapa outsider de Johannes Kaiser, el que sí muchos coincidieron en apodar como “el Milei chileno”.
Qué une y qué separa a Kast y Milei
Kast comparte con Trump y Milei la convicción de la batalla cultural contra el wokismo -o agenda valórica, en sus propios términos- y que la derecha “revitalizada” es el camino inevitable. El líder republicano repite el patrón que reclama orden, patria, tradición y un Estado más chico. Sin embargo, aquí empiezan los matices.
Milei llegó desde afuera, desde la “furia antisistema” y -como él se autodenomina- “anarcocapitalista”, transformando su irrupción en un fenómeno de respaldo juvenil y absorbiendo la rebeldía de la que tantas décadas supo beber la izquierda.
Mientras el argentino explota entre jóvenes sub-30, empujado por el discurso de las redes sociales y una estética libertaria que seduce desde la disrupción, Kast va por un electorado mayor y menos permeable a experimentos antisistema. Llega arrastrado por una tradición marcada con décadas dentro del sistema político: militó en la UDI, fue diputado y ya compitió por la presidencia en 2017 y 2021. Su apellido está asociado a la vieja derecha pinochetista y al conservadurismo católico; su religiosidad vinculada al movimiento Schoenstatt es visible y forma parte de su identidad pública.
Como es sabido, Kast proviene de una élite conservadora, de una familia tradicional de inmigrantes alemanes, y forma parte de un engranaje político que Milei tilda de “casta”.
Milei, de coqueteo con el judaísmo y la iglesia evangélica, tampoco reivindica abiertamente la dictadura -de eso se encarga su vicepresidenta Victoria Villarruel-, mientras que la derecha chilena en la que Kast creció tiene una relación explícita con el gobierno de facto.
Por estrategia, la campaña de los últimos días lo mostró más moderado que en otras épocas. Evitó discutir matrimonio igualitario, aborto u otros temas de su agenda conservadora, a pesar de que sus posiciones las mantiene intactas, para concentrarse en seguridad y migración.
Curiosamente, esa estrategia dialoga con el Milei de los últimos meses: el “león” que bajó el tono tras perder la provincia de Buenos Aires en septiembre y mutó a pragmatismo puro para triunfar en las legislativas nacionales de octubre.
Al igual que Milei, Kast expresa afinidad con la política de “mano dura” de Bukele, impulsada a su manera en Argentina por la ministra Patricia Bullrich. La radicalidad convive con su promesa de un ajuste fiscal de USD 6.000 millones en 18 meses, un paquete que despierta dudas sobre su viabilidad y que lo acerca al programa económico mileísta, aunque le falte el componente rupturista que el libertario argentino capitaliza como identidad.
Milei vs. Jara: la pelea que asoma en caso de que gane la candidata oficialista
Si Jara llegara a La Moneda, la relación con Milei nacerá marcada por la tensión. No es sólo ideología opuesta: es historia reciente, gestos y un deterioro acumulado en la relación Chile-Argentina que difícilmente se descomprima con un cambio de nombre pero no de color político en Santiago.
Desde el 10 de diciembre de 2023, el vínculo entre Milei y Gabriel Boric avanzó como una montaña rusa: el presidente chileno asistió respetuosamente a la asunción del libertario, pero la cordialidad se evaporó rápido, sobre todo por los choques que impulsó Milei.
En noviembre de 2024, el acto en el Vaticano por los 40 años del acuerdo del Beagle terminó opacado por el desplante de Milei y su canciller en medio de diferencias por el G20. Al episodio se sumó un conflicto tan inesperado como simbólico: la instalación de paneles solares pertenecientes a una base militar argentina en territorio chileno, que abrió una crisis diplomática.
El deterioro siguió este año. Boric aprovechó el escándalo por la criptoestafa que Milei había posteado en X para burlarse del líder libertario, y el último cruce frío quedó registrado el 9 de noviembre, durante la asunción del boliviano Rodrigo Paz: apenas un apretón de manos, rígido, distante, casi un trámite.
En ese escenario, Jara buscó tomar distancia de Boric. “Yo habría saludado a Milei de pie”, dijo. Pero esa imagen se choca de lleno con sus propias palabras meses atrás. En julio, durante una entrevista con el diario español El País, lanzó una frase que todavía retumba en Buenos Aires: si Milei quiere dialogar con Chile en caso de su eventual gobierno, “tendrá que hablar con esta ‘zurda de mierda’”.
Jara intentó luego reencuadrar sus dichos en un marco diplomático: “Como representante del Estado de Chile voy a mantener las relaciones diplomáticas que correspondan”. Y remarcó que, más allá de los roces, Milei y ella “van a tener que efectivamente mantener el diálogo diplomático que corresponda”, porque ambas naciones comparten intereses estratégicos y una frontera que exige cooperación permanente.
Fuente: BioBioChile
