En una región donde la agricultura depende casi por completo de aguas subterráneas, comunidades y expertos impulsan una gestión basada en datos, cooperación y visión de largo plazo.
La temporada de riego 2025–2026 ya está en marcha y, en el norte del país, la escasez vuelve a poner a prueba la gestión. En Atacama, la agricultura depende casi por completo de las aguas subterráneas, un recurso que obliga a pensar más allá del corto plazo.
Carlos Araya, administrador de la Comunidad de Aguas Subterráneas (CASUB), lo resume con claridad: “La pregunta de cómo planificamos el año ya quedó chica. Hace tiempo trabajamos con un horizonte de diez años, evaluando cada ciclo y corrigiendo. No se puede seguir pensando la gestión del agua de temporada en temporada”.
Araya explica que en la región la planificación se apoya en modelos matemáticos de acuíferos, telemetría, catastros de usuarios y redes agrometeorológicas. “Para decidir bien, hay que saber cuánta agua ofrece la cuenca, quién la usa y con qué eficiencia. Sin datos, cualquier aumento de dotación es voluntarismo”, señala.
Para Emilio de la Jara, CEO de Capta Hydro, startup que desarrolla soluciones para hacer más eficiente el uso de agua en diversas industrias, la planificación efectiva combina tecnología, acuerdos y una cultura de datos que se apoye en información histórica y pronósticos confiables. “La eficiencia no nace en enero, nace meses antes de que inicie la temporada. Cuando las juntas, asociaciones o agricultores planifican desde el inicio, reducen pérdidas y toman decisiones con base en información real”, afirma.
En regiones como Atacama, donde la mayor parte de las cuencas presenta niveles de sobreexplotación y un descenso sostenido de napas, la planificación hídrica depende tanto del monitoreo continuo como de la cooperación entre comunidades de usuarios.
“Las decisiones ya no pueden tomarse por instinto o costumbre. Hay organizaciones que entienden que no se trata de quién reclama más, sino de basarse en datos. Cuando sabes, por ejemplo, qué tramo de canal o sector pierde el doble de agua que otro, puedes priorizar dónde invertir. Ese es el salto real: pasar de la intuición a la evidencia”, añade de la Jara.
En una región donde el agua se mide en metros cúbicos y en confianza, la planificación temprana no garantiza abundancia, pero evita improvisaciones. En Atacama, esa diferencia puede definir la temporada.
