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Monseñor Ricardo Morales: Que no falte en nosotros la creatividad para educar, la ternura para cuidar y el coraje para transformar

Te Deum 2025 en la Catedral de Copiapó

Dando gracias a Dios comenzó su mensaje el obispo de Copiapó, Monseñor Ricardo Morales, al celebrar el tradicional Te Deum de fiestas Patrias en la Catedral, este jueves 18 de septiembre.

En su mensaje don Ricardo resaltó la fuerza de estar unidos. “Nuestra región lo mostró cuando, ante los aluviones de 2015 y 2017, se puso de pie “hombro con hombro”: unidos somos más”.

Citando al Presidente Pedro Aguirre Cerda, el obispo tocó el tema de la educación, y enumeró algunos titulares de medios regionales que hablan de la baja calidad de la educación en Atacama. “Estos no son solo titulares -dijo, – detrás hay rostros, nombres, profesores que se agotan, familias que hacen malabares, niños y jóvenes que sueñan con un futuro mejor”. Relevó cuatro principios de la Doctrina Social de la Iglesia que hoy se vuelven programa: Dignidad humana, Bien común, Solidaridad y Subsidiariedad” e invitó a asumir tres compromisos: Priorizar en la agenda y en el presupuesto la educación inicial y la comprensión lectora. Acompañar planes de nivelación efectivos, tutorías comunitarias, bibliotecas vivas, tiempo protegido para leer y para aprender a pensar. Garantizar que ningún niño, niña o adolescente quede fuera de la escuela; ni por pobreza, ni por distancia, ni por discapacidad, ni por migración.

“A quienes diseñan políticas públicas, a los equipos directivos y docentes, a las universidades y empresas, a las juntas de vecinos y comunidades de fe: no soltemos esta causa. Los mejores recursos de Atacama no están bajo el suelo: están en nuestras salas de clase. Si los cuidamos, todo lo demás se ordena”, dijo con convicción.

Otro tema al que el obispo dio prioridad fueron las personas mayores. “Las cifras dicen que el tiempo promedio para ingresar a una residencia pública de larga estadía (ELEAM) es de alrededor de nueve meses; en 2024, solo 33 personas a nivel nacional lograron un cupo, y los 22 centros públicos suman 1.298 plazas” dijo el obispo, y sobre la realidad local, señaló que el Hogar de Ancianos de La Candelaria tiene hoy una lista de espera de 15 personas mayores.

“Tenemos muchos desafíos como región y como país; hoy me he detenido solo en dos: educación y personas mayores” explicó don Ricardo. “Podríamos hablar del drama del narcotráfico y las drogas entre nuestros jóvenes, pero el tiempo no alcanza. Pero lo esencial es esto: nuestra fe nos vincula con el prójimo”.

El obispo enfatizó en su mensaje que “la Iglesia que peregrina en Atacama, puedo asegurar que sacerdotes, religiosas y laicos siguen —y seguirán— del lado de los más pequeños, de los vulnerables, de los marginados, de los discriminados. Nuestra Iglesia tiene una historia hermosa de compromiso con la dignidad humana: así como ayer alzamos la voz por los derechos humanos, hoy no podemos callar ante el futuro incierto de nuestros jóvenes y el olvido de nuestros mayores”.

Haciendo una referencia al hermoso desierto florido que ya comienza a brotar en diversos sectores de la región, el obispo dijo: “Que ese estallido de vida sea signo de la esperanza que hoy nos mueve en esta Misa de acción de gracias”. Y mencionó dos ejemplos de “brotes verdes de mayor dignidad”: el nuevo centro de tratamiento ambulatorio en Copiapó, Monseñor Gaspar Quintana, para niños, niñas y adolescentes con consumo problemático de alcohol y otras drogas; y el Centro Diurno Comunitario (CEDIAM) itinerante en El Tránsito y San Félix, recientemente inaugurado por el Senama.

Concluyó sus palabras diciendo: “Que no falte en nosotros la creatividad para educar, la ternura para cuidar y el coraje para transformar”, confiando este anhelo al corazón materno de María Candelaria.

A esta celebración asistieron autoridades regionales y comunales, además de religiosas y cientos de familias. La misa concluyó con el Himno Nacional, a cargo de la banda instrumental del regimiento N| 23 Copiapó, y luego, la tradicional canción “Atacama, tierra mía”, interpretada por el coro de la parroquia Sagrado Corazón, que animó toda la celebración.

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