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A 10 años del rescate: mineros discuten olvido y pérdidas que sufrieron cuando se apagaron las luces

Decir que el 13 de octubre de 2010 el mundo entero tornó su vista hacia nuestro Desierto de Atacama no es ninguna exageración: ese día se rescató a los 33 mineros que estaban atrapados en la mina San José.

El 5 de agosto de ese año se produjo un derrumbe en la mina que dejó encerrados durante 69 días al grupo de hombres que cumplía funciones en la faena .

Pero el tiempo pasó, la vida continuó, la atención se diluyó y a una década de la tragedia – y posterior hazaña – las aguas parecen no haberse calmado para dos de los trabajadores: Luis Urzúa, el jefe de turno, y José Ojeda, el séptimo en regresar desde las entrañas de la Tierra, quienes conversaron con uno de nuestros medios asociados, la cadena alemana Deutsche Welle (DW).

“¿Sí? ¿Me escucha?”, sonó por el teléfono que sostiene el entonces ministro de minería chileno Laurence Golborne, el 22 de agosto de 2010. “Lo estamos escuchando todos fuerte y claro”, respondió la autoridad de gobierno. “¿Quién habla?”, agregó.

“Está hablando el jefe de turno, Luis Urzúa”. Así fue el primer contacto que tuvieron 33 mineros con el exterior luego de quedar encerrados a 700 metros bajo tierra tras el derrumbe de la mina San José, en el norte de Chile.

Al cumplirse diez años del rescate de los mineros, Urzúa recuerda en entrevista con Deutsche Welle cómo fue el trabajo en equipo para poder sobrevivir los 69 días de encierro.

El ex jefe de turno trabaja hoy en el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y cuenta que “estamos luchando para que la mina San José sea un museo de sitio a nivel mundial, un santuario de esperanza, donde los mineros podamos contar nuestra historia”.

Deutsche Welle: Tras el derrumbe de la mina, ¿sentía una mayor responsabilidad que sus compañeros por ser jefe de turno?

Luis Urzúa: Esa responsabilidad siempre la va a tener uno como minero. Yo en ese momento tenía 32 años de experiencia y, por lo tanto, tenía que entregársela a mis compañeros para que pudiéramos sobrevivir. Pero también en un momento tan complicado uno deja de ser el jefe de turno y entiende que empieza otra historia, que es la historia de los 33.

¿Cómo se logró ese trabajo en equipo a 700 metros bajo tierra?

La calma siempre se trató de manejar por la parte de la fe, de la esperanza y de la unión del grupo. Tratábamos de apoyar a los que estaban más decaídos y tenían más problemas para que esos mineros no bajaran la guardia y fueran fuertes en esos momentos. Al día teníamos a veces varias conversaciones en el que también pedíamos disculpas si es que alguno de nosotros perdía la calma. Así logramos sobrevivir.

¿Cómo se enteran que los estaban tratando de rescatar?

Siempre pensé que nos iban a buscar, pero no sabíamos la magnitud de lo que realmente había pasado. Y luego de cinco días, cuando empezaron a sonar los primeros sondajes, nos dimos cuenta que nos estaban tratando de ubicar y de ahí nuestra primera reacción fue de fuerza para poder seguir subsistiendo.

Usted fue el primero en tener contacto con el exterior. ¿Cómo evalúa el manejo de las autoridades a diez años del accidente?

Al principio las autoridades hicieron todo lo posible para comunicarse con nosotros y encontraron la manera de que tuviéramos un teléfono y pudiéramos hacer contacto. Y como se sabe, la primera llamada fue con el ministro Golborne que nos pregunta cómo estamos. Le digo que estamos bien, que estamos esperando el rescate.

Claro, estábamos vivos, pero sin las mejores condiciones físicas. Después de esa conversación, nos damos cuenta que tenemos un 50% de probabilidades de ser rescatados porque nos iban a poder alimentar, enviar agua, medicamentos, y todo lo necesario para poder seguir resistiendo.

Usted se ofreció a ser el último en dejar la mina San José.

La decisión de salir último la tomé yo junto con las autoridades y las personas que estaban viendo la parte sicológica. Y bueno, como jefe de turno y como funciona en todas las faenas, no iba a abandonar a ninguno de los mineros.

¿Cómo ha sido su vida tras el rescate?

A mí las oportunidades de trabajo y de estudio me llegaron. Pero algunos mineros acusan que fueron olvidados por el Estado de Chile.

Es verdad que mucha gente que nos ofreció oportunidades después se hicieron los desentendidos, pero así es el juego, siempre se va a buscar cortar por el hilo más débil.

Sin embargo, a diez años, nosotros no hemos tenido la capacidad de conversar y de ver cómo podemos cambiar esta historia. Si vamos a estar llorando siempre porque fuimos engañados, eso no es justo. Quizás algunos no supieron cómo tomar esas oportunidades, pero yo no puedo hablar por el resto.

Pero usted también ha criticado que fueron engañados en cuanto a la película y el libro que se inspiran en la mina San José.

Nosotros perdimos todos los derechos de nuestra propia historia. La película fue solo una película de Hollywood que no relata la verdadera historia de lo que pasamos. Nuestra historia bajo tierra es muy bonita. De trabajo en equipo, perseverancia, fe, en pedir que la gente que estaba arriba no nos abandonara. Y eso no se vio en la película.

¿Y qué pasó con la demanda por indemnización al Estado de Chile?

Como en toda demanda hay varios procesos y hay juicios que demoran 20 años. Y ese es un tema que los abogados están trabajando. Yo lo único que espero es que este ciclo se cierre, ya sea a favor o en contra.

Este último año el mundo se ha visto expuesto a una dura pandemia, ¿cómo ha visto la reacción de los chilenos con el coronavirus?

Como en toda pandemia a veces no entendemos lo que está pasando y nos preocupamos solo cuando tenemos un caso cercano. Y eso es lo que pasa en todo el mundo. Tenemos que tener la capacidad de poder escuchar lo que dicen las autoridades y de hacer caso, porque somos seres humanos que vivimos en comunidad.

Chile también ha sido escenario de una serie de movilizaciones, ¿cuál es su opinión?

Prefiero no hablar, porque no es de mi interés. Al menos hoy no es mi fuerte, pero como en todo orden de cosas en Chile tenemos un presidente que se las ha jugado por todos nosotros, dentro de lo que puede. Y puede que tenga sus errores y sus aciertos, pero eso es así en todos lados.

José Ojeda, de los 33 mineros chilenos: “El Estado se olvidó de nosotros”

El séptimo minero en dejar la mina San José vive hoy con casi $160 mil al mes. Tiene neuropatía diabética y problemas de ansiedad que no lo dejan dormir. Además, dice que apoya la idea de una nueva Constitución para Chile.

5 de agosto de 2011. Piñera hace entrega a Ojeda el papel que significó saber que los mineros se encontraban con vida. Francisco Huerta | Agencia UNO

“Estamos bien los 33”: ese fue el mensaje con el que Ojeda le informaba al mundo en 2010 que todos los mineros de la mina San José seguían vivos.

A diez años del rescate que dio vuelta al mundo, el hombre relató cómo ha sido su vida, de las dificultades que ha tenido para encontrar un nuevo trabajo y de lo que espera para Chile en el futuro.

Deutsche Welle: ¿Pensó, en algún momento, que su mensaje “Estamos bien los 33” viajaría más tarde por todo el mundo?

José OjedaNo, para nada. Si ni siquiera imaginé que iba a volver a salir a la superficie (ríe). Lo único que pensé era que quería informar afuera que estábamos todos bien, los 33. Contar de que no había ningún accidentado. Eso era lo primero. Después, claro, vino el contacto con mi familia, sobre todo con mis sobrinos, que era a quienes más extrañaba.

¿Cómo logró soportar los 69 días bajo tierra?

Pensaba todo el tiempo en que ojalá nos pudieran sacar. Tenía fe en que iba a poder reencontrarme con mi familia, eso era lo más importante para mí. Pero también tenía miedo, sobre todo porque veía cómo mi diabetes iba empeorando con el encierro al no tener los medicamentos que necesitaba. Eso después afectó mucho mi salud.

¿Qué fue de José Ojeda tras el encierro?

Ha sido muy difícil. Hasta hoy sufro de problemas psicológicos, de mucha ansiedad. Me cuesta dormir, sobre todo en estas fechas en que recuerdo todo. Es difícil. Y por eso no me dan trabajo. ¡Llevó diez años sin trabajar! Vivo con la pensión mínima de $160 mil pesos y con eso no me alcanza para mucho.

Mi señora, en su desesperación, le escribió al presidente (Piñera) en enero, para que nos pudiera pagar unos exámenes, no todos, y el Gobierno nos ofreció un poco de ayuda. Pero pensar que ellos me van a dar una ayuda real, para que me internen en una clínica, o que me van a pagar el tratamiento, es difícil. Y para nosotros es muy caro.

En más de una oportunidad ha señalado que se les prometió mucho, pero esas promesas nunca llegaron.

Para nada, nunca llegó la ayuda. El Gobierno se comprometió a que nos iban a indemnizar, pero eso nunca pasó. El Estado de Chile se olvidó de nosotros. Solo se acuerdan para las fechas de aniversario en que nos toman un poco en cuenta y de ahí nada más. Imagínese que después de 10 años vinieron del Gobierno para preguntarme cómo estaba. ¡Diez años!

¿Cómo ha sido vivir la cuarentena por coronavirus en su estado de salud?

Nosotros estamos en cuarentena desde marzo con mi señora. Voluntariamente. Creo que las únicas veces que he salido han sido dos, y para ir al supermercado y comprar todo lo que puedo para dos meses. Porque, imagínese si me enfermo. La salud aquí en Chile es cara, hay que tener dinero para enfermarse. Si yo hubiera tenido las condiciones económicas no estaría tan enfermo como estoy ahora.

¿Comparte las demandas del movimiento social en Chile?

Yo apoyo este movimiento. La gente está cansada y el presidente se comprometió con muchas cosas y no las ha cumplido, y por eso salieron a protestar a las calles. A luchar por lo que consideran justo. Yo no pude, porque estoy enfermo, pero también lo habría hecho.

¿Y va a poder ir a votar la próxima semana al plebiscito para decidir si Chile debe escribir una nueva Constitución?

Quiero votar, pero depende de cómo me sienta y del número de contagios. Pero tengo muchas ganas. Creo que hay que cambiar la Constitución de Chile porque hay muchas injusticias y, además, está hecha durante la dictadura de Pinochet. Es verdad, algunos no aprobamos la forma de alguna de las protestas, con los saqueos y la violencia, pero es gente que se aprovecha de este tipo de movimientos y no tienen nada que ver con lo que se pide.

Después de diez años, ¿sigue en contacto con los otros mineros?

Con los que tengo contacto son con Mario Sepúlveda y Claudio Acuña. Con el resto nunca más. Pero casi ninguno de nosotros está bien. Ninguno está trabajando.

Fuente: BioBioChile

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