Hace poco me hice algunos exámenes rutinarios, incluyendo niveles de vitamina D, que mi médico me sugirió. ¿El resultado? tengo cierto déficit ¿qué hice? nada.
¿Cómo es eso? Revisemos un poco respecto a este tema.
La medición de la vitamina D es uno de los exámenes de laboratorio que más se realizan tanto en Chile como a nivel global. Hace algunos años que tenemos antecedentes de una alta prevalencia de déficit de vitamina D en la población chilena, y en relación a ello se plantea tanto la evaluación de niveles, como el utilizar una suplementación.
¿Pero es realmente necesario realizar una pesquisa de Vitamina D como examen de chequeo?
Para ello consideremos primero lo que nos dice el US Preventive Services Task Force, gran fuente de información para prestaciones preventivas. En 2014 concluyó que la evidencia actual es insuficiente para recomendar la medición de vitamina D respecto a su potencial de generar beneficios en salud en adultos asintomáticos. Esto es muy importante, pues cuando solicitamos un examen, pensamos que brindará beneficios, aquí pareciera no ser el caso.
Entre los argumentos que se plantean para esta recomendación se consideran:
1. No existe claridad en la precisión de los métodos para la detección de vitamina D
2. No existe tampoco un consenso en cuáles son los niveles que definen un déficit de vitamina D.
3. No existen estudios que evalúen el beneficio directo de realizar pesquisa de vitamina D a adultos
4. La evidencia existente reporta que el tratamiento del déficit de vitamina D no brinda beneficios para condiciones tales como cáncer, diabetes mellitus tipo 2, riesgo de mortalidad en población sana, o incluso riesgo de fracturas en personas que no presentan alto riesgo de presentarlas.
5. No existe claridad respecto a un beneficio en resultados tales como la funcionalidad física o psicosocial.
6. La evidencia en general respecto a un tratamiento para personas asintomáticas con déficit de vitamina D es inadecuada.
Por otro lado, no existen estudios que evalúen daños directos de la pesquisa. Los riesgos del tratamiento con vitamina D se consideran pequeños o nulos si se utiliza en la dosis indicada, pero implican un costo no menor, tanto asociado a las mediciones como al uso de tratamientos.
¿Y después de 2014, existirá algo nuevo en relación a reporte de beneficios?
Una revisión sistemática publicada en 2019 en BMJ analizó el impacto en reducción de mortalidad de realizar suplementación de vitamina D. Concluyeron que su uso no redujo la mortalidad en general comparado a quienes no recibieron el suplemento, mientras que en relación a cáncer se observó una ligera reducción en mortalidad por cáncer, si bien se trata de una reducción que no resultó ser clínicamente significativa y no debiera por tanto considerarse para brindar una recomendación en utilizar vitamina D.
Otra revisión sistemática de 2019, publicada en JAMA cardiology, confirmó que no se observan beneficios en reducir riesgos de patología cardiovascular (infarto agudo al miocardio, accidente cerebrovascular, entre otros).
¿Y la salud ósea? Una revisión sistemática publicada en 2018 en The Lancet – Diabetes & Endocrinology mostró que la suplementación con vitamina D no reporta resultados positivos en reducir caídas, fracturas ni mejora en forma clínicamente significativa la densidad mineral ósea.
¿Y en niños? La Academia Americana de Pediatría recomendó en 2017 evitar solicitar niveles de vitamina D en niños sanos, incluyendo aquellos que presenten sobrepeso u obesidad.
El problema de los valores reales para definir un déficit de vitamina D no es menor. Ello podría explicar por qué tenemos reportes de niveles bajos de vitamina D en un alto porcentaje de la población chilena. Y no sólo en Chile: existen reportes de prevalencia de déficit en un 32% de jóvenes en Islas Canarias, una de las zonas más asoleadas del mundo.
¿Qué hacer entonces? Como ocurre con buena parte de las vitaminas, una alimentación balanceada y saludable es suficiente fuente de vitamina D. Ello incluye la ingesta de pescado (atún, salmón, sardina, arenque, pescada), huevos, quesos amarillos. Adicionalmente distintos alimentos actualmente son enriquecidos con vitamina D, como los yogurts, cereales, jugo de naranja, entre otros.
¿Y que ocurre con la exposición solar? Mucho se comenta sobre la importancia de la exposición solar para incrementar niveles de vitamina D. Es cierto, el sol es una de las fuentes principales para sintetizarla. Sin embargo, tampoco sabemos cuánto sol necesitamos para mantener un nivel adecuado, si bien probablemente es una exposición acotada.
Considerando que tenemos claros los riesgos de cáncer a la piel, recomendar una exposición solar exclusivamente para aumentar los niveles de vitamina D parece poco apropiado. Sin embargo, y como recomendación general, el llamado es a realizar actividad en el exterior, evitando permanecer en interiores por periodos muy prolongados.
Los beneficios de realizar actividades outdoor por supuesto son mucho mayores que sólo elevar el nivel de vitamina D. Al igual que una alimentación saludable, hablamos de trabajar en forma global por mantener un estilo de vida saludable, que nos brinde satisfacciones personales, familiares y sociales que van mucho más allá de un supuesto déficit de vitaminas.
¿Entonces, quiénes realmente se beneficiarían de medir niveles de vitamina D? En términos generales si Ud es una persona sana y moderadamente activa, probablemente no requiera ese examen. ¡Al menos yo no se la recomendaré!
Columna publicada originalmente en medicinadefamilias.blog
Jorge López
Médico de Familias
Fuente: BioBioChile.cl