El lugar ya está reservado, los anillos a medida listos y la ceremonia aplazada… Pero May tiene un dilema: ¿se puede casar una manifestante con un policía que reprime las revueltas en Hong Kong?
La excolonia británica vive una crisis política sin precedentes desde la transferencia de la soberanía a Pekín en 1997. Una situación que separa familias, parejas y amigos.
May, que no quiere dar su verdadero nombre, forma parte de los miles de hongkoneses que han abrazado la causa prodemocracia. Pero nunca imaginó que podría tener repercusiones en su vida privada y plantearse incluso algo impensable hace unos meses: aplazar o suspender su boda e incluso dejar a su novio.
“Una amiga íntima, dama de honor, me ha dicho que no sabe si vendrá”, dice esta joven de 28 años a la AFP.
“Nunca me hubiera imaginado que podría perder a mis amigos. Estoy muy triste”, dice. “Me he dado cuenta de lo profunda que es la fractura entre la policía y los habitantes”, asegura.
Otrora referencia en Asia, la policía de la región semiautónoma acapara la indignación de una parte de la población por el uso de la fuerza.
El ejecutivo local, que está alineado con Pekín, dejó prácticamente en manos de las fuerzas del orden la gestión de las protestas, cada vez más violentas.
“Todavía puedes decidir”
En un semestre, la policía lanzó cerca de 12.000 granadas lacrimógenas contra los manifestantes, además de balas de caucho o de proyectiles tipo saco.
Entre las “cinco exigencias” de los manifestantes figura una investigación independiente sobre lo que consideran “brutalidad policial”.
Hace ocho años que May sale con el hombre con el que planea casarse en febrero.
Pero sólo en los últimos meses el trabajo de él se ha convertido en un problema, al punto de que algunos amigos se han distanciado y evitan los chistes sobre policías.
Pero May no entiende la actitud de su mejor amiga cuando fueron juntas a elegir el vestido de novia. “Me dijo: ‘todavía no te has casado, puedes optar por no hacerlo””, dice alucinada May.
“‘¿Deberías estar con una persona que tiene unos valores tan diferentes de los tuyos?””, le espetó su amiga.
May ha visto la represión de las manifestaciones, pero asegura que su futuro esposo no haría daño ni a una mosca, pese a que pertenece a la policía antidisturbios.
“Confío en su comportamiento personal. Nunca pegaría en la cara a los manifestantes con su matraca”, sostiene, al tiempo que reconoce que cada vez es más difícil para la pareja abstraerse de la actualidad.
Su novio, apolítico, según ella, no dice nada sobre su participación en las manifestaciones, pero muchos amigos de su futuro esposo la han tildado de “loca”.
Hasta el impresor se inmiscuye
Todo el mundo parece tener algo que decir en el proyecto de May. El impresor encargado de hacer las invitaciones para la boda forma parte de los comerciantes comprometidos con las protestas y ahora se niega a trabajar con los policías.
“Desde el momento que la policía se presta a hacer detenciones arbitrarias y abusa de su poder contra los hongkoneses, hemos decidido que no haremos las invitaciones de sus matrimonios”, explicaron estas empresas a principios de noviembre al anunciar el boicot.
Algunos de los manifestantes juraron incluso que harían todo lo posible para arruinar los matrimonios de policías. Al punto que en los últimos meses las fuerzas del orden se tienen que desplegar en las bodas de agentes.
“Me temo que mi matrimonio no va a estar bendecido por el simple hecho de que mi novio es policía”, dice May. “Emocionalmente es muy duro. Cuando me ve llorar me abraza y me dice que no piense demasiado en ello”.
La presión ambiente ha llevado a May a dar incluso un ultimátum a su novio para que elija entre ella o su trabajo, a sabiendas de que será difícil que dimita. No cree que llegará tan lejos como para romper con él.
“Yo creo que nuestra relación sobrevivirá”, aunque “no lo puedo decir con seguridad”. “Nos seguimos queriendo mucho”, reconoce.
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