Presentado este mes, el Índice de Desarrollo Regional (Irede) 2019 ofrece una amplia fuente de datos sobre las condiciones que permiten el desarrollo de los chilenos, en dimensiones tan distintas como educación, salud, actividad económica o seguridad, entre otras. Sin embargo dos factores que hacen aún más relevante este estudio, es que cruza datos de la brecha de género entre hombres y mujeres chilenos, con la región donde viven
Y mientras algunas dimensiones como educación no presentan grandes variaciones en las oportunidades que se brindan a hombres y mujeres, otras como la actividad económica o la seguridad muestran disparidades realmente sorprendentes.
En el caso de la actividad económica, esta se define como la “posibilidad de los habitantes de una región para vivir en un entorno con una economía sana y estable, que promueva oportunidades laborales y mejoras salariales”. Mide factores como la renta, el desempleo, la especialización en industria manufacturera y de servicios, y la diversificación del sector productivo en la zona.
En este sentido, las mayores diferencias en oportunidades económicas favorecen a los hombres en las regiones de Arica y Parinacota, O’Higgins y Aysén, pero muy particularmente en La Araucanía, donde la principal actividad económica de la región, que es la ganadería, apenas incorpora a la mujer, dándole escasas oportunidades de desarrollarse.
Una situación similar encontramos en la dimensión de seguridad, descrita por los gestores del estudio como “la capacidad que tiene la población para vivir en un entorno seguro y confiable”. En este, se consideran aspectos como la cantidad de delitos de mayor connotación social, denuncias y violencia intrafamiliar (VIF).
Y estrechamente vinculado con el ítem anterior de actividad económica, las mayores diferencias en cuanto a brecha de género en materia de seguridad aparecen también en las regiones donde las mujeres tienen pocas oportunidades laborales, dado que la dependencia de sus parejas deja abierto el campo para la violencia intrafamiliar.
“La autonomía relativa que otorga a las mujeres el ganar dinero por cuenta propia, independientemente de la pareja, es una situación precursora de menor incidencia de la violencia conyugal”, citan los investigadores a partir del Sernam.
Así, las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, La Araucanía, Los Lagos y Aysén, presentan índices marcados de inseguridad hacia la mujer, mientras que la brecha de inseguridad se reduce en las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Maetropolitana, Bío Bío y Magallanes, como zonas económicas más activas y con mayores oportunidades laborales para la mujer.
Otra gran diferencia que muestra el estudio de Irede 2019 es la diferencia entre la esperanza de vida para hombres y mujeres y, si bien en este caso favorece a las mujeres, también es sinónimo de desprotección frente a las carencias económicas y sociales de los adultos mayores.
Fuente: BioBioChile.cl
