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[OPINIÓN] Los Reyes de Inglaterra no son ingleses

Inglaterra es uno de los países con identidad propiamente nacional más marcada de toda Europa.  El “Brexit”, o salida de la Unión Europea –sin duda- lo confirma.  Y es que el hecho de ser una nación insular siempre ha infundido en los ingleses la idea de no pertenecer realmente al continente europeo.

Por extraño y contradictorio que parezca, hace casi mil años no se sienta en el trono de Inglaterra un rey verdaderamente inglés.  En efecto, desde hace casi un milenio todos los reyes de Inglaterra han sido –en el sentido más estricto de la palabra- extranjeros y esto incluye a la actual soberana Isabel II, de la Casa de Windsor.

El último rey verdaderamente inglés fue Haroldo II, de la Casa de Wessex, quien reinó desde el 6 de enero al 14 de octubre del año 1066.  Este monarca significó el fin, no solo de la Casa de Wessex, sino de la Inglaterra anglosajona.

El rey Haroldo II entró en guerra con Guillermo, duque de Normandía.  Este territorio era un ducado que se ubicaba en lo que hoy es Francia y era gobernado por duques de origen vikingo, que eran vasallos del Rey de Francia.  Era la época del feudalismo.

Haroldo perdió la guerra.  De este modo, Guillermo, duque de Normandía se apropió del trono inglés y llegó a reinar como Guillermo I, el Conquistador, rey de Inglaterra. Se iniciaba de este modo la Casa de Normandía, formada por reyes vikingos y no ingleses.  Así las cosas, Guillermo y sus sucesores reunían una doble calidad:  seguían siendo duques de Normandía, y en tal calidad eran vasallos del rey de Francia; pero a su vez, eran ahora reyes de Inglaterra; y en esta segunda calidad exigirían de los reyes galos igualdad de trato.  Esta doble calidad sería una de las causas remotas que desencadenaría a la larga la sangrienta Guerra de los Cien Años que enfrentó a Francia e Inglaterra y que culminó con el triunfo de la primera por sobre la segunda.

La Casa de Normandía, formada por reyes normando-vikingos –y no ingleses- reinó en Inglaterra desde el año 1066 y hasta el 1154 aproximadamente.

Extinguida la Casa de Normandía, el trono no volvió a una Casa inglesa, sino que pasó a la Casa de Anjou, una Casa francesa, cuyos orígenes se remontan al Condado del mismo nombre.  En Inglaterra, la Casa de Anjou fue conocida como Dinastía Plantagenet, pues uno de sus miembros usaba en el yelmo una ramita de retama como adorno.  (En el francés antiguo, retama se decía “genest”).

La Casa francesa de los Plantagenet formada por reyes franceses reinó en Inglaterra desde el año 1154 y hasta el 1485.

Dos ramas colaterales de la casa francesa de Plantagenet:  la de los Lancaster y la de los York, se disputaron a muerte el trono de Inglaterra durante el siglo XV.    Fue la llamada Guerra de las Dos Rosas:  una rosa blanca era el emblema de la Casa de York; y una roja, el de la de Lancaster.

Finalmente, ambas ramas francesas colaterales de la Casa de Plantagenet hicieron las paces.  El rey Enrique VII unió mediante matrimonio a los Lancaster y a los York, de esta unión surgió la Dinastía Tudor, que reinó en Inglaterra desde 1485 y hasta 1603.  De hecho, el propio emblema de la Casa Tudor: la “Rosa Tudor”, es una flor de 10 pétalos:  5 blancos y 5 rojos, que simboliza la unión de los Lancaster y los York.  En estricto rigor, por tanto, la Dinastía Tudor y todos sus reyes (entre ellos Enrique VIII) fueron franceses.

El 24 de marzo de 1603 falleció sin descendencia la última Tudor:  Isabel I, la Reina Virgen.  El trono pasó entonces a la Casa de los Estuardo, una dinastía escocesa, la que –con algunas interrupciones- reinó en Inglaterra hasta 1714.  Ese año falleció la reina Ana, la última de los Estuardo, sin dejar descendientes vivos.

El trono inglés pasó entonces a la Casa de los Hannover, una dinastía de origen alemán, que reinó en Inglaterra desde 1714 y hasta 1901.  Ese año falleció la reina Victoria: la última de los Hannover

A la reina Victoria le sucedió en 1901, en el trono del Reino Unido, Eduardo VII, hijo de la anterior y de su esposo el príncipe alemán Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.  Se inauguraba así la Casa alemana de dicho nombre que ha ocupado el trono inglés desde 1901 y hasta el día de hoy.

El 17 de julio de 1917, el rey Jorge V renombró a la Casa de “Sajonia-Coburgo-Gotha”, como Casa de “Windsor”.  El motivo de esta decisión fue que –a la sazón- Inglaterra se encontraba enfrentada con Alemania durante la Primera Guerra Mundial.  Resultaba indigno pertenecer a una Casa cuyo nombre fuera alemán y no inglés.

La actual monarca del Reino Unido, Isabel II, pertenece a la Casa alemana de los Windsor.

Las dinastías francesas que reinaron en Inglaterra durante casi 500 años, desde el 1154 con la llegada al poder de los Plantagenet y hasta el 1603 con la muerte de la última Tudor: Isabel I, dejaron una impronta indeleble en el escudo del Reino Unido.

¿Se había percatado usted de que este emblema tiene escritas dos leyendas?.  Quizá lo más llamativo de ambos lemas no sea el contenido de los mismos, sino el idioma en el cual están escritos.  Uno reza:  “Honi Soit Qui Mal y Pensé” (En francés antiguo:  “Maldito Sea El Mal Pensado”).  El segundo lee:  “Dieu Et Mon Droit” (En francés moderno:  “Dios y Mi Derecho”).

Los hechos son claros:  hace casi mil años no reina en Inglaterra un rey verdaderamente inglés.  El último rey inglés fue Haroldo II.  El Escudo del Reino Unido y el idioma de sus lemas nos recuerdan este hecho.  Están escritos no solo en un idioma que no es el de Inglaterra, sino en el de su archirrival histórico:  Francia.

Que se sepa.

Víctor Manuel Santana Escobar

Juez de Garantía de Copiapó

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