La tarde del sábado, el periodista Roberto Cox debió buscar refugio luego que un grupo de personas lo enfrentara cuando se dirigía a Plaza Ñuñoa para cubrir las manifestaciones.
Ese mismo día el comunicador usó sus redes sociales para aclarar lo sucedido, asegurando que “no fue una funa, fue una agresión cobarde de unas 20 personas que no nos dejaron informar libremente”.
“Junto con el camarógrafo estábamos entrevistando a quienes se manifestaban pacíficamente con la intención de recoger el malestar generalizado. Fuimos agredidos con empujones e insultos”, escribió.
Este domingo volvió a profundizar la situación. “Cuando nos dirigíamos a cubrir el cacerolazo en Plaza Ñuñoa junto al resto del equipo de CHV, cruzamos otro cacerolazo en la comuna de San Joaquín. Los manifestantes detenían por unos segundos a cada auto y luego los dejaban seguir”, señaló.
“La protesta se desarrollaba en forma pacífica, sin embargo, nos reconocieron como trabajadores de prensa y una de las personas sacó un elemento contundente (creo que era una llave inglesa) y rompió dos vidrios del auto”, añadió.
“Lo peor de todo es que el auto en cuestión no pertenece ni a Chilevisión, ni a Turner, los grandes medios de comunicación que dicen odiar”, escribió. “El auto pertenece a un conductor que no podrá contar con su herramienta de trabajo durante varios días”, dijo.
Según el comunicador, “minutos más tarde de los sucedido”, el supuesto agresor “tuvo la desfachatez de tuitear que nuestro equipo intentó atropellar a la multitud, algo completamente falso”.
“Lamento lo ocurrido y espero que el conductor pueda lograr una solución eficaz para no perder su sustento de trabajo producto de esta violencia injustificada”, finalizó.
Cox también comentó a La Cuarta que salieron del restaurante donde se habían refugiado media hora después, “cuando vi que la situación estaba más tranquila”.
“Lo hicimos solos, no escoltados como se anda diciendo. Era una manifestación muy pacífica, de unas 600 personas, y es lamentable que un grupo mínimo no deje ejercer nuestro derecho a informar. Me acerqué a hablar con ellos, pero sólo obtuve gritos por respuesta. Este nivel de violencia no lo había visto nunca, ni en los ocho años que viví en Argentina, cuando pasaba por un período político bastante turbulento”, dijo.
“Si se te vienen 20 personas encima y con los ánimos tan exaltados puede pasar a mayores. La sacamos barata porque nos metimos en el restaurante y nos quedamos ahí completamente indefensos. Leí por ahí que nos habían hecho una funa, pero lo que nos pasó fue una agresión. Para mí una funa se le hace a los que evaden impuestos, a los delincuentes”, sentenció.
Fuente: BioBioChile.cl