La relación pobreza y desesperación jugó una mala pasada al destino de otra familia.
A Basheer Ahmed, un hombre parcialmente discapacitado de 60 años en Pakistán, el gobierno le ofreció a una pequeña casa. Es residente de clase media de la ciudad oriental de Lahore, nunca había sido dueño de un inmueble y, debido a su situación económica, estaba preocupado por poder casar a sus hijas lo más rápido posible. “Fue una tarea difícil”, dijo. Asimismo, confesó que comenzó a buscar desesperadamente una pareja adecuada para una de sus hijas.
Ahmed, profesor de Corán y padre de cuatro hijos, aseguró que algunos agentes de un centro de emparejamiento se le acercaron hace unos meses y le presentaron una oferta de matrimonio para su hija. “Dijeron que tenían una proposición de Chan Yen Ming –un ciudadano chino que recientemente se había convertido al islam– para mi hija de 24 años Yamna Bibi. Señalaron que Chan estaba listo para pagar todos los gastos de la boda y que incluso permitiría que Bibi trabajara en China “, apuntó.
Ahmed agregó que Bibi y Chan se casaron el 4 de enero. “Fue un gran alivio para mí. Después del matrimonio, Bibi se quedó en Islamabad durante un mes y medio, esperando sus documentos de viaje. Nos mantuvimos en contacto con ella durante ese tiempo. Luego, después de que ella recibió sus documentos, voló a China”.
Una pesadilla viviente
Ahmed esperaba que su hija obtuviera un trabajo en su nuevo país, lo que le permitiría enviar algo de dinero a su familia en Pakistán, ya que él apenas podía llegar a fin de mes. Pero un día recibió una llamada telefónica de su hija, que estaba llorando. “Mi hija me dijo que nos habían engañado: Chan no era un hombre de negocios como nos dijeron los agentes; la había tratado de obligar a prostituirse. Cuando ella se negó, Chan le dio una paliza”, lamentó Ahmed.
“Informé a los agentes de emparejamiento en Islamabad. El jefe se llamaba David, pero su nombre real era Wei Lin Ping. Así, me puse en contacto con Wei para informarle sobre la situación, pero su respuesta me dejó atónito: explicó que Chan había gastado 2 millones de rupias paquistaníes (12.568 euros) en mi hija, y que si quería recuperarla debía devolver una cantidad igual de dinero. Más tarde descubrí que, en realidad, se trataba de una gran mafia involucrada en matrimonios falsos, tráfico de personas y venta de órganos”, indicó Ahmed.
“Pero no perdí la esperanza y me puse en contacto con la embajada de Pakistán en China. Finalmente, rescataron a mi hija y se aseguraron de que volviera a salvo. Ella regresó a Pakistán el 3 de mayo”, añadió.
Bibi, quien estuvo presente mientras su padre narraba la historia, le dijo a DW que su vida se había arruinado debido al escándalo.
Crimen organizado
El caso de Bibi es solo una de las muchas estafas de matrimonio falso que han surgido en las últimas semanas. La mayoría de estos casos involucran a hombres chinos y sus agentes (incluidos agentes locales) que atraen a jóvenes paquistaníes para que se casen con ellas.
Muchos pakistaníes de clase media y baja quieren mudarse del país en búsqueda de mejores oportunidades económicas y condiciones de vida. China, aunque no es la primera opción para los pakistaníes que quieren abandonar el país, sigue siendo lo suficientemente atractiva para aquellos que viven precariamente en el país del sur de Asia.
La presencia de ciudadanos chinos también ha aumentado en Pakistán en los últimos años debido a una creciente inversión económica china en el país. En 2015, China anunció un proyecto económico en Pakistán por un valor de 46 mil millones de dólares. Con el Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), Pekín apunta a expandir su influencia en Pakistán y en el centro y sur de Asia para contrarrestar la influencia de Estados Unidos e India. Muchos pakistaníes están aprendiendo chino para poder trabajar en compañías chinas que se están abriendo en su país.
Redada importante a la red de tráfico
Las noticias y las imágenes de los matrimonios falsos pronto comenzaron a circular en las redes sociales, impactando a la nación y alertando a las autoridades. El mes pasado, un canal de noticias pakistaní afirmó que había ingresado en un centro de emparejamiento en Lahore, donde las familias pobres casarían a sus hijas con ciudadanos chinos a cambio de dinero y una visa.
Esto llevó a una redada el jueves pasado de la Agencia Federal de Investigación de Pakistán (FIA). Las autoridades arrestaron a ocho ciudadanos chinos y dos pakistaníes en el edificio, que supuestamente se utilizaba como casa de huéspedes para los hombres chinos que fueron traídos a Pakistán para casarse con las jóvenes. Según los informes, las autoridades confiscaron al menos seis pasaportes chinos. Otros tres ciudadanos del mismo país fueron arrestados el mismo día en otras partes de la ciudad.
Un portavoz de la FIA dijo a los medios que se había lanzado una investigación sobre el escándalo de matrimonios falsos. “Mafias chinas han estado trabajando de manera muy organizada”, dijo la agencia de noticias DPA citando a Tariq Rustam Chohan, de la FIA.
Por su parte, en una declaración publicada en el periódico Dawn de Pakistán, la embajada china en Pakistán dijo que “según las investigaciones del Ministerio de Seguridad Pública de China, no hay prostitución forzada ni venta de órganos humanos para aquellas mujeres pakistaníes que permanecen en China después de contraer matrimonio con ciudadanos chinos”.
No obstante, “China está cooperando con las agencias pakistaníes para acabar con los centros de emparejamiento ilegales. Recordamos a los ciudadanos chinos y paquistaníes que permanezcan vigilantes y no sean engañados”, dijo la embajada china en Islamabad.
Violaciones de derechos humanos
Por otro lado, Human Rights Watch aseguró que las autoridades pakistaníes deberían estar “alarmadas” por los informes de tráfico de “novias” desde Pakistán a China. La organización advirtió que estos casos son “inquietantemente similares al patrón de tráfico de ‘novias’ a China de al menos otros cinco países asiáticos”.
Asad But, un funcionario de la Comisión no gubernamental de Derechos Humanos de Pakistán, con sede en Karachi, dijo a DW que el Gobierno debe estar atento a las actividades de los ciudadanos chinos en Pakistán. “El tráfico de personas es una violación importante de los derechos humanos. Por un lado, el Gobierno está cerrando las oenegés occidentales, y por otro, han hecho la vista gorda a los ciudadanos chinos que presuntamente están involucrados en el tráfico de personas”, aseguró.
But dijo, asimismo, que el Gobierno pakistaní no debe emitir una visa de llegada a los ciudadanos chinos. “Los pakistaníes tienen que pasar por un proceso complicado para obtener una visa china, pero cualquier ciudadano chino puede ingresar a Pakistán sin ningún tipo de control”, dijo el activista de derechos, y agregó que las relaciones entre China y Pakistán deben basarse en el respeto mutuo.