La inclusión hace referencia a la forma en que las escuelas dan respuestas a la diversidad, sin exclusión alguna. Se entiende por tanto que la diversidad implica atender en espacios comunes diferencias de tipo cultural, socioeconómicas, intelectuales, entre otras, considerando así la heterogeneidad como lo normal y donde el centro de la preocupación es el aprendizaje de cada uno de sus estudiantes.
Es importante entonces reflexionar en torno a cuáles son las barreras que existen para que niños y niñas accedan a aprendizajes significativos y lo más trascendental aún, reflexionar y tomar medidas para eliminar o minimizar dichas barreras, ya que si se habla de escuela sin exclusiones a priori se sabe que quienes acuden a ella tienen diferencias de todo tipo y que a pesar de ello se debe luchar para que tenga la posibilidad de acceder a los aprendizajes… a lo mejor de diferente manera… a lo mejor en tiempos diferentes.
Para crear condiciones en que funcionen escuelas para todos y todas resulta fundamental transformar sistemas y políticas educativas, además del funcionamiento propio de las escuelas y las prácticas docentes. Es necesario crear progresivamente condiciones que permitan llevar a la práctica modelos de enseñanza que faciliten la participación y por sobre todo los aprendizajes de los estudiantes. Cabe entonces preguntarse: ¿Qué competencias queremos que nuestros estudiantes logren? ¿Qué cambios en el estilo de enseñanza se deben producir? ¿Cómo debería orientarse el trabajo colaborativo al interior de las escuelas? ¿Qué aspectos son importantes evaluar?.
Sí, gran desafío, avanzar hacia escuelas que den cabida a niños y niñas donde se valoren sus diferencias y ellas se consideren como una oportunidad de aprendizaje para todos. El primer paso para ello lo hemos de dar cuando aceptamos las diferencias al interior de las aulas promoviendo el trato equitativo de quienes allí asisten, cuando asumimos la responsabilidad de un cambio, cuando nos comprometemos con el otro, todo a pesar de las ya sabidas exigencias de nuestro sistema educativo.
Cindy Aracena Rojas
Académica
Universidad Central La Serena