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¿Hacia dónde va la industria del cobre chilena?

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Un estudio del académico Gustavo Lagos señala que hacia el año 2025 el país podría ser responsable del 75% de la producción adicional de cobre del mundo si todos los proyectos en carpeta se logran ejecutar y se termina con la actual incertidumbre.

Chile seguirá siendo el motor del crecimiento de la producción de cobre del mundo. El país, actualmente responsable del 30% de la producción total actual, se transformaría en el promotor del 75% de la producción adicional del metal que se produzca en la orbe en la próxima década. Eso es lo que proyecta un estudio del académico de la Universidad Católica Gustavo Lagos, quien define un “escenario optimista” para esta industria que hoy está pasando por un ciclo a la baja, con una millonaria cartera de proyectos suspendidos y un cobre promediando los US$ 2,69 la libra, 14% más bajo que el promedio de 2014. Pero en un horizonte de largo plazo, y si los proyectos estimados se concretan, el país “aportaría en 2025 cerca de tres millones de toneladas adicionales de las cuatro que produciría el mundo”, indica Lagos.

En el estudio “Un escenario óptimo para la minería del cobre chileno a 2035”, Lagos explica que en este supuesto, la producción máxima de cobre fino que podría producirse en Chile llegaría a 9,54 millones de toneladas de cobre en los próximos 10 años, lo que, indica, representa un alza de 66% respecto de la producción de 2014. El año pasado, el país produjo 5,74 millones de toneladas de cobre fino.

Además, señala Lagos, este escenario óptimo requiere que el precio del cobre se eleve en forma significativa a partir de 2017, año en que debería comenzar también un déficit profundo de cobre en el mercado. ¿La razón? “Los nuevos proyectos y ampliaciones que están en ejecución se habrán puesto ya en marcha, gracias a que habría escasos proyectos nuevos en desarrollo, y debido a que la demanda seguirá creciendo en los años siguientes en una tasa mayor que la oferta”, explica Lagos.

Pero para que esta meta se cumpla, agrega, se necesita que la incertidumbre regulatoria que está afectando al sector sea superada. “Ello supone condiciones políticas e institucionales que están lejos de alcanzarse en la actualidad”, refuta.

Esta incertidumbre se refleja en la cartera de proyectos estimada para el sector: en el 2012, Cochilco proyectaba inversiones por US$ 110 mil millones. Dos años después, el Consejo Minero sinceró las cifras y señaló que dentro de sus empresas socias sólo se estaban realizando ocho proyectos, los que totalizaban inversiones por US$ 16.399 millones, un 45% menor a los US$ 29.949 millones que se registraban un año antes.

En el documento, el académico recuerda que en el año 2012 “las condiciones para el desarrollo de proyectos de producción minera de cobre estuvieron lejos de ser óptimas en Chile. Hoy, se estima improbable que esta situación se revierta súbitamente en los próximos años, a menos que el mundo experimente una recuperación pronunciada del auge de los commodities o superciclo del metal”, sostiene.

Agrega que las potencialidades de la minería chilena del cobre siguen intactas, “es por ello que es relevante analizar las potencialidades y desafíos que ésta tendría si pudiese desarrollarse en su totalidad”.

Proyectos necesarios

Lagos detalla que para que esta proyección se cumpla es necesario que el país esté en condiciones de desarrollar todos los proyectos que hace tres años se contemplaban. Por eso, considera clave que Collahuasi desarrolle su ambiciosa ampliación con la que espera duplicar su producción, proyecto que quedó en stand by tras el cambio en las condiciones del mercado del cobre y también por los profundos problemas productivos que enfrentó el yacimiento en el año 2012. Ese año el yacimiento de Glencore y Anglo America sólo produjo 285 mil toneladas de cobre, siendo que su capacidad nominal llega a las 500 mil toneladas.

Además, señala, se requiere que Escondida ponga en marcha su nueva concentradora -en reemplazo de Los Colorados- el año 2023, lo que elevaría sustancialmente la producción del mayor yacimiento privado de cobre del mundo. El año pasado produjo 1,16 millones de toneladas de cobre.

En el análisis también se incluyen proyectos como Relincho, de la canadiense Teck, que puso en el congelador el año 2013 por la caída del precio de cobre y que Los Pelambres le dé el visto bueno a su ampliación marginal, la que se esperaba hacia 2019, pero que quedó suspendida luego de los problemas que el grupo Luksic está sufriendo con el tranque El Mauro. Por ende, también está paralizada la gran expansión del yacimiento ubicado en Salamanca, donde se esperaba duplicar su producción de cobre.

Por el lado de Codelco, el catastro incluye el desarrollo de Quetena para darle continuidad al rajo de Chuquicamata -iniciativa que ha sido descartada por Codelco por ser poco rentable. También la ejecución de Andina 244, expansión que actualmente está en fase de tramitación ambiental y que la estatal también está analizando, pues eventualmente podría realizarse un crecimiento más acotado de yacimiento ubicado en Los Andes debido a los cambios normativos, como la ley de glaciares, que están en tramitación en el Congreso.

Aporte al país

En este escenario óptimo, el sector minero crecería a una tasa de 4,7% anual promedio entre 2014 y 2025, por sobre el 3,3% que se espera para este año.

“En este escenario óptimo, la minería crecería más rápido que el conjunto de la economía hasta 2025, continuando como motor económico del país. Por ello, el aporte al ingreso fiscal se elevaría nuevamente. Sin embargo, no llegaría a los niveles que alcanzó en 2006, 2007 y 2011”, indica.

Agrega que la inversión de la industria sería incluso mayor a los US$ 100 mil millones estimada por Cochilco hace unos años, pues en el análisis no se consideran proyectos como una nueva expansión de Los Bronces -a través de las exploraciones que está realizando en Los Sulfatos y San Enrique Monolito- o el desarrollo de los proyectos hipógenos (mineral que se encuentra debajo de las actuales reservas de las minas) en Mantoverde o en Antucoya, la producción de cobre incluso podría superar los 10 millones de toneladas de cobre. “Debido al tamaño que ha adquirido la minería, incluso con un crecimiento más pausado que lo estimado en este escenario óptimo, la industria seguirá influenciando en cerca de un quinto del PIB del país, mediante la producción e inversión minera, y el efecto directo e indirecto que genera”, explica Lagos.

Chile, líder mundial

En el gobierno, en tanto, son cautelosos respecto de las potencialidades de la industria minera. La ministra de Minería, Aurora Williams, no duda que Chile seguirá siendo el líder mundial en la producción de cobre, pero destaca que según las proyecciones de Cochilco, un escenario optimista dejaría a Chile por debajo de los ocho millones de toneladas de cobre al año 2025. Por eso, indica que ve complejo que el escenario optimista que proyecta Lagos se materialice. “Para llegar a un escenario de 9,5 millones de toneladas se deberían concretar todas las iniciativas actualmente existentes en el catastro de proyectos e incorporarse algunas que están en etapas de revisión o muy preliminares de ingeniería, lo que resulta complejo, dado el escenario financiero internacional que afecta a las compañías mineras”, explica.

La misma visión tiene el gerente de Estudios de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), Alvaro Merino, quien señala que Lagos es demasiado optimista en sus proyecciones.

Destaca que incluso Cochilco ha disminuido su carpeta de proyectos mineros en cobre para los próximos 10 años, a un monto de US$ 64.000 millones. “De modo tal que aun cuando se materializaran todos los proyectos, la producción hacia el año 2025 sería inferior a 8,5 millones de toneladas de cobre”, señala.

Agrega que el sector se encuentra expectante para seguir creciendo en Chile como lo ha hecho históricamente. “Para ello, en todo caso, se requiere dar un impulso robusto a la inversión minera. Es importante acelerar los procesos en el otorgamiento de permisos, aumentar la oferta de energía, disminuir sus precios, asegurar el abastecimiento de agua y continuar avanzando en la relación con las comunidades desde etapas tempranas de los proyectos”, indica. Eso, unido al actual escenario de cambios normativos que está viviendo el país, lo que genera más incertidumbre para el sector. Por eso, señala, es fundamental “explicitar a los agentes económicos, en forma clara y nítida, la ruta a seguir en el mediano plazo, lo cual generará un mayor grado de confianza hacia el futuro”.

Pero pese a estas incertidumbres, Merino es claro: Chile seguirá siendo el mayor productor de cobre del mundo. Esto, “aun cuando parte relevante de la carpeta de inversiones este detenida o en revisión y la inversión proyectada haya disminuido sustancialmente para los próximos años”, señala.

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