La certificación de competencias ayuda a la contratación de los trabajadores y a la movilidad laboral.
Cincuenta trabajadores del sector agrícola de Atacama, partieron un proceso de certificación que permite reconocer las Competencias Laborales mediante la certificación que realizan organismos acreditados ante ChileValora, y que tiene por objetivo verificar los conocimientos prácticos de un grupo de personas para desempeñarse en un oficio determinado, según estándares definidos por el mundo productivo.
Aquellos países desarrollados, que habitualmente son referentes en cuanto a desarrollo y calidad del trabajo, como Alemania, Australia, Estados Unidos, entre otros, cuentan con sistemas de reconocimiento de los trabajadores de todos los sectores productivos. En los países mencionados, tanto los ministerios de educación, trabajo y agricultura están conectados y homologados en mallas de competencias laborales, de manera que la formación de los trabajadores no solo esté limitada a estudios superiores, sino también mediante un sistema de reconocimiento de habilidades y destrezas de aquellos trabajadores de oficio.
De esta forma, un grupo inicial de 50 trabajadores, en conjunto con el centro de certificaciones de ASOEX están siendo evaluados bajo certificación de competencias laborales dentro del sector agrícola, en donde se busca el reconocimiento formal en los siguientes perfiles laborales: encargado de buenas prácticas agrícolas, supervisor de líneas de proceso, jefe de cuadrilla, tractorista aplicador de agroquímicos, tractorista operador de suelo, embalador de fruta de exportación, jefe de packing y tarjador de packing.
Para Lina Arrieta Herrera, Presidenta de APECO A.G. “este es un proyecto que ha sido prioritario para la asociación y apunta al reconocimiento formal de nuestros trabajadores. No ha sido fácil alinear los compromisos del estado en beneficio de los trabajadores agrícolas, y creo que aún falta incorporar a los agricultores más pequeños, de economía familiar, que se distribuyen en zonas rurales como Alto del Carmen. También, a aquellos que son micro productores y que por trabas burocráticas del estado, no los considerados como beneficiarios de este gran instrumento que es la certificación. Si queremos que la agricultura de Atacama sea sustentable en el tiempo, debemos apuntar a homologar las competencias de todas las personas que gran parte de su vida han trabajan la tierra”.
Por su parte, Luis Morales Vergara, gerente de gestión de APECO A.G. señaló que “las empresas que están participando de este proceso de certificación representan el amplio espectro de producción del valle de Copiapó, como agrícola La Vasconia, Agrícola Pabellón, Unifrutti y agrícola Tres Soles como productores de uva de mesa de exportación, Uniagrii como productor de granadas participa. Y la empresa HidroNorte como productor de aceitunas”.
En una segunda etapa del proceso, se espera poder sumar a 10 nuevas empresas con el objetivo de certificar a fines del año 018, a lo menos al 10% de la fuerza laboral del sector agrícola en Atacama, que alcanza aproximadamente a mil ochocientas personas.
En Chile, desde el año 2006, a través de acciones coordinadas entre APECO, Chilevalora y SENCE, se comprometieron voluntades públicas-privadas para que más trabajadores agrícolas sean certificados en la región de Atacama, considerando que de esta forma se visibiliza de mejor manera su productividad. Lo anterior tiene un efecto positivo en la reducción de los tiempos de búsqueda de un empleo, particularmente en los desocupados o trabajadores por cuenta propia. Para aquellos que ya se encuentran ocupados, tiene un impacto positivo en la movilidad al interior de la empresa y, eventualmente, en el salario. Asimismo, en la medida que el certificado se otorga constituye un mecanismo de reconocimiento social, así en la medida que se avanza en la construcción de un marco de cualificaciones a nivel nacional, que conecta de manera modular los distintos niveles formativos con la certificación de competencias en los distintos sectores económicos, cada trabajador puede desarrollar su propio itinerario formativo, sin necesidad de hacer el mismo recorrido de un estudiante que proviene de la educación formal, en la medida que las instituciones de formación técnica, sean de nivel medio o superior, le reconozcan sus aprendizajes previos a través de los procesos de certificación.